jueves, 9 de junio de 2011

La relatividad del tiempo

10:21h. Hoy he sabido que la sensación más agradable del mundo mundial es oír tu voz por la mañana. Dulce. El fin era despertarme, pero hemos hablado y hablado de miles y millones de cosas... 11:07h.

11:17. Un mensaje tuyo. No lo he leído aún pero la pantalla del móvil parpadea impaciente con tu nombre en ella. Sonrío. Lo leo. El hormigueo del que te hablé vuleve hacerse dueño de todo mi cuerpo. Y cómo no... te contesto, casi en el acto, en el mismo minuto: 11:17h

15:31h. Una perdida. 15:33h Te llamo. Te cuento mis cosas... son tan absurdas: el invento de la cafetera, mi habitación llena de zapatos, mi móvil. "No te oigo, ni ahora, ni ahora, ni ahora... ahora sí", vuelvo a sonreír. "No te oigo", ahora decides colgar y me vuelves a llamar, no tardas. Continuo contándote mil tonterías, mil absurdeces que quizás no te interesen, pero sigues al otro lado del teléfono y cuando te ríes de mi caos personal... te imagino. Me gusta escucharte reír. Sin querer se me escapa un "cariño", no sé si te has dado cuenta, el corazón se me encoge un momento, aprieto los ojos como un niño que espera un reproche... No dices nada, lo dejo pasar. No he sido yo la que lo ha dicho, ha sido mi corazón. 16:27 Termina nuestra conversación. "Te llamo a la noche, no creo que me acueste tarde. Un beso" Me gustaría decírtelo, pero me limito a contestarte: "Vale, un beso... chao".

16:54h Te mando un mensaje de texto, no puedo no hacerlo. Te digo lo rápido que pasa el tiempo contigo. Lo imagino cada día, ahora que soy consciente de todo, junto a ti. 16:58. Tu respuesta: "Me haces feliz". Quiero contestarte. Me reprimo de nuevo. Es pronto. Quiero verte, sentirte, abrazarte, tenerte, besarte, jugar...

¿Quieres saber una cosa? Estás cambiando mi punto de referencia, y lo sé porque ya no escucho las grabaciones... ahora solamente leo tu poema. ¿Capaz de superar esa sensación?... Me sorprendo a mí misma...

P.D. No sé si es pronto, esto ha salido ahora pero lleva tiempo callado... quizás gestándose en el rincón más cálido de nuestros corazones.

miércoles, 8 de junio de 2011

Final abierto

Estamos tan cerca que notamos el deseo en el poco espacio que hay entre nosotros . Nos miramos y sonríes. Te acercas aún más... Me coges de la cintura y me susurras algo, no sé el qué.. pero seguro que es algo maravilloso, como tú, porque esboza en mi cara una sonrisa. No sé si debo decirlo...

Tu rostro vuelve de nuevo a estar cerca del mío... tan cerca, que noto como tu respiración se acelera, has cambiado de actitud...

Deslizas tus labios por mi cara, mis pómulos, mi nariz... y llegas a mis labios, los rozas. Tengo los ojos cerrados. Respiro profundamente. Con tu mano derecha acercas mi cuerpo al tuyo, como si fueran uno y me mantienes junto a ti para que no me despegue. Créeme, no podría hacerlo. Cuando lo crees, haces que tu boca sin querer se encuentre con la mía, esta vez no te lo piensas. Me besas...

Aquí es cuando me doy cuenta de que... escribes tú el final.

martes, 7 de junio de 2011

El miedo supera el misterio del futuro...

No sé qué pasará, no adivino el futuro, ni quiero. No sé qué sientes al mirarme, ni siquiera sé si sientes al hacerlo. Tampoco sé si soy una vía de escape a tu monotonía... a tu miedo...

¿Sabes? Me da absolutamente igual, porque me has provocado la sonrisa más tonta y más bonita que experimento en mucho tiempo. Ha pasado sin darnos cuenta, ¿verdad? Ni siquiera lo sabíamos... y ahora que lo sabemos, tengo miedo de perderte. Ya no quiero esa noche pendiente, y me he dado cuenta de que sin querer esperaba de ti todos los días, aunque tuvieras tu vida y yo la mía. Nuestro café. Nuestras conversaciones. Nuestros intercambios literarios. Compartíamos sin saberlo o sin querer saberlo. Me encontraba totalmente ajena de mis sentimientos, era lo ético. Somos amigos.

¿Y ahora? No lo sé... tú decides, porque yo no he vacilado ni un momento en decirte que sí, que voy a estar ahí... Porque me importas, y ahora mismo no hay nada que desee más que estar entre tus brazos... mirándote.

lunes, 6 de junio de 2011

Secuencia

Mi corazón late más deprisa que nunca, noto su palpitar en mis manos... respiro. Corro cada vez más deprisa huyendo de todo, debo hacerlo. Empieza a llover, me da igual, sigo corriendo. Tengo la camisa pegada al cuerpo, el pelo mojado...

Miro al cielo un segundo mientras me golpean fuertemente las gotas de agua, se confunden con mis lágrimas. Impotencia. Sigo corriendo aunque me empieza a doler intensamente el pecho, mis piernas no pueden más, las sacrifico. Respiro. No quiero pensar, ¡no me da la gana! Ya no quiero hacerlo... Lo tengo claro, voy a saltar.

Cuando mi cuerpo está a punto de desvanecerse por el sobreesfuerzo, llego... la visión es borrosa porque me falta oxígeno. La decisión está tomada. Rompo a llorar de rabia, me quito la ropa, hace frío. No vacilo ni un momento, me subo a la barandilla del puente... quizás esperaba oír mi nombre pero no fue así... Mientras caía notaba la libertad en mi espíritu, estaba llegando al final. Mi cuerpo se fundió con el agua, estaba fría... tardé unos segundos en salir a la superfície... lo había hecho... ¡lo había hecho! Era una sensación realmente increíble. Me di cuenta de que la lluvia había parado. Lo decidí.