Como Nerón, te quedaste componiendo no sé el qué, mientras mirabas como ardía nuestra ciudad. Y no fuiste capaz de hacer nada. Ahora lo veo distinto, diferente…
Se desmoronaron las estructuras de nuestras vidas mientras las llamas hacían suyos los recuerdos, las ilusiones… Pero ya no podíamos ser agua.
Y me cansé de tirar de ti, de decirte: “ Si quieres vuelvo cuando tengas un minuto para mí”. Supongo que no tienes la culpa. E intento que suene bien, sin que te parezca mal. Así, decidí no enfadarme. Decidí sentarme a tu lado mientras componías nada, y por un momento me comporté como tú. Y sí, quería darte un beso, el último, pero me limité a ver como ardía Roma. Con los ojos fijos en aquella no-ciudad... Te daba igual, y fue cuando comprendí que hay veces que es mejor perder. Mientras me marchaba no quise volver la mirada para verte por última vez, me volvió el orgullo, sé que tú tampoco lo hiciste. Simplemente lo acepté.
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